Manifiesto del III Encuentro Nacional de Ciencia y Universidad (Puerto Madryn, Chubut)

Durante el 11 y 12 de Octubre de 2018, y en la Ciudad de Puerto Madryn (Chubut) el Frente Federal de Ciencia y Universidad, conformado por trabajadoras y trabajadores de ciencia, tecnología y universidad de todo el país, consolidó un espacio de debate, discusión y acción sobre las políticas de Ciencia, Tecnología y Universidad de la República Argentina. El contexto en que se desarrolló este encuentro es paradigmático, y está marcado por el cumplimiento de los 1000 días de detención ilegal de Milagro Sala, la criminalización de los pueblos originarios, la militarización del territorio, la persecución a líderes populares que potenciaron el sistema científico-tecnológico en el pasado reciente, el crecimiento del fascismo en Brasil, y una avanzada notoria de proyectos extractivistas y primarizantes que amenazan nuestro control sobre los recursos naturales de la Patagonia y del resto del país. Además, a nivel del sector, enfrentamos la cancelación de grandes proyectos científico-tecnológicos, como ARSAT, SARA, Tronador II, cuarta y quinta central nuclear, etc.; la estigmatización gubernamental -y de los medios de comunicación afines- a las ciencias sociales, el ajuste en becas y plazas administrativas y permanentes en el CONICET, el vaciamiento del proyecto de federalización del sistema de ciencia, tecnología y universidad, y el desfinanciamiento y pauperización de la universidad pública.

 

Regido por el lema “El Frente Federal como actor político para la soberanía y la inclusión”, el encuentro no sólo constituye un espacio de denuncia de las políticas de menosprecio y ajuste hacia el sector y el conjunto del Pueblo Argentino implementadas por la administración Macri y la Alianza Cambiemos, sino que también cuenta con imaginario propositivo, con visión de futuro, y acciones concretas a implementar. Este fue el espíritu que intentó instalarse en todas las actividades planteadas en el programa. A continuación, se detallan las principales conclusiones de cada uno de los talleres y mesas redondas.

 

A 100 años de la reforma universitaria

Vinimos a defender la Educación Pública en general, gratuita, laica y de calidad, y en particular la Universidad Pública, como un derecho inalienable de nuestro pueblo. Además, vinimos a discutir esa misma universidad, a repensarla críticamente.

“Dime cómo asignas el presupuesto y te diré qué priorizas” fue la frase que podría sintetizar la diferencia abismal entre un gobierno nacional, popular y democrático frente a la actual gestión neoliberal de la Alianza Cambiemos, marcando la necesidad de hacer política para frenar un presupuesto destructivo para la educación toda, no sólo la universitaria. Sin dudas, las tres gestiones de gobierno anteriores a la del Presidente Mauricio Macri establecieron una base de la cual no debemos retroceder. Se propuso complejizar el análisis yendo más allá del salario y el presupuesto y se identificó al proceso de mercantilización y privatización como una de las mayores amenazas sobre el sistema universitario. Manifestando la necesidad de revisar estas políticas para un futuro proyecto de ciencia, tecnología y universidad soberano e inclusivo.

Se discutieron problemas de larga data y difícil solución: la política de referatos, los incentivos docentes y sus jerarquizaciones, las evaluaciones (tanto las vinculadas al CONICET como las referidas a las Universidades Nacionales), las lógicas vinculadas a los programas estatales de generación de profesionales altamente calificados (doctores y masters), la cuestión de los idiomas de publicación, entre otros. Se debatió sobre la falsa -y forzada- dicotomía docentes/investigadores y la universidad como ámbito de la cosa (res) pública, como el lugar de “derecho a” algo que no se tiene. En esta línea, y pensando críticamente sobre los años 2003-2015, se señaló que faltó comprensión de la lógica que gobierna la cultura universitaria, y que en algunos casos llevó a la reproducción de elites. La Universidad Pública recibió un significativo incremento en recursos económicos, humanos y de infraestructura, pero en muchos casos, las lógicas de funcionamiento siguieron siendo muy similares a las de la década de los 90. Una posible respuesta a esto, surgida del taller, fue que quizás desde el Estado se buscó no inmiscuirse en los asuntos internos de las universidades, intentando respetar su autonomía. Se discutió también la responsabilidad como docentes universitarixs frente a la universidad como derecho, cuestionando la supuesta falta de preparación de lxs estudiantes: “no podemos poner excusas sobre lxs sujetxs a lxs que transmitimos conocimientos”.

Para cerrar, se habló de políticas editoriales latinoamericanas de las publicaciones científicas, de repensar los métodos de evaluación y promoción (tanto de CONICET como de las Universidades Nacionales) con la idea tener propuestas concretas. En este sentido es preciso destacar que, desde una mirada latinoamericana: “la pertinencia no pasa sólo por publicar en la mejor revista, sino también y, sobre todo, por garantizar derechos individuales y colectivos”. Así, se planteó concretamente trabajar en una mejor integración entre el «sistema CONICET» y el «sistema universitario», ya que más allá de que el primero cuenta con más del 80% de su personal asociado al segundo, no existe una articulación virtuosa ni generosa entre ambos sistemas.

Comunicación, ciencia y sociedad.

En este taller se desarrolló un interesante debate sobre para qué hacemos ciencia y para quién la comunicamos. Contar con la presencia de dos integrantes de La Garganta Poderosa enriqueció el intercambio de un tema que suele discutirse sólo dentro del ámbito académico. Ellos plantearon que en los barrios la ciencia se sigue viendo como algo “intergaláctico”. “Nunca llegamos a la ciencia”, plantearon. También sostuvieron que ellos quieren que lxs científicxs vayan al barrio pero no a estudiarlos como si fueran bichos raros, sino que vayan con la mochila medio vacía para llevarse también los saberes populares. En tanto, los periodistas que comunican ciencia remarcaron que cambiar esa imagen es responsabilidad de comunicadores e investigadores. Señalaron que todavía se sigue hablando de “bajar el conocimiento”, “divulgar” (cuya etimología remite a transmitir algo en el vulgo o vulgar) y “devolver a la sociedad”, como si la ciencia fuera algo supremo o externo a la comunidad en la que está inserta. Por su parte, lxs científicxs presentes plantearon diversas miradas. Se habló de las condiciones de producción que limitan este tipo de interacciones, ya que en las evaluaciones no se valora la popularización del conocimiento científico-tecnológico y los recursos son limitados. Se remarcó que antes que científicxs, son trabajadores de la ciencia y del Estado, que atraviesan un contexto económico difícil, pero hubo buena predisposición de avanzar hacia una comunicación más efectiva y recíproca. La ciencia se lleva a cabo no sólo con lxs investigadorxs sino con todxs los trabajadorxs del sector, administrativxs, técnicxs, etc. Por eso, urge la necesidad de comenzar a hablar de trabajadorxs de la ciencia y ya no de cientificxs.

Becarixs. Transformación social y desafíos. Ciencia del pueblo y ciencia para el pueblo

La ciencia y la tecnología no son neutras, responden a un posicionamiento ideológico y los científicos son «militantes» (en términos de constituir verdaderos sujetxs políticxs) aunque se consideren apolíticxs.

Para propiciar la participación, la empatía y el compromiso de la comunidad universitaria y científica es necesario incluir en los trayectos educativos el abordaje de problemas como forma de incorporar conocimientos específicos diversos, fomentar el trabajo en equipos inter- y trans-disciplinarios y el diálogo permanente con otros sectores de la sociedad, como las organizaciones sociales.

A nivel institucional, los temas de investigación deberían ser definidos en base a un diagnóstico de las problemáticas sociales, en donde la sociedad asuma un rol participativo y propositivo a través de canales facilitados por el Estado y debidamente comunicados. Asimismo, la participación de los actores sociales debería implicar no sólo el diagnóstico, sino el diseño, monitoreo y evaluación del proyecto. Finalmente, se propone generar un sistema de evaluación grupal, fomentando el trabajo en equipos que incluyan a dichos actores. Entendemos que para esto es necesario el desarrollo de políticas que garanticen la financiación de proyectos a largo plazo y que comprendan que sensibilizarse con la sociedad no significa perder calidad académica.

La ciencia y la tecnología en el retorno de los proyectos nacionales inclusivos: conocimiento, trabajo y desarrollo territorial.

En esta mesa redonda se mencionó la necesidad de transformar la práctica cientificista y dejar de pensarnos como una élite desmembrada del mundo del trabajo. Es menester pensar en la Universidad como un espacio de construcción colectiva de ciudadanía, y trabajar en la decodificación de las demandas sociales y económicas en donde la ciencia y las academias deban aportar el conocimiento de base, y el desarrollo tecnológico, y traccionar para dar respuestas a las demandas concretas. Para ello, hay principios generales a consolidar, como: la protección de la educación pública desde los niveles iniciales hasta el universitario, la ciencia y la tecnología nacionales y soberanas, la salud pública, las humanidades en tanto disciplinas de lectura a largo plazo de la sociedad, el pensamiento Latinoamericano, y la democracia participativa. Más específicamente, se destacó que el Estado debe tener un rol central en alinear el desarrollo tecnológico con las demandas productivas y sociales. Se deberá pensar en proyectos a corto plazo que respondan a necesidades inmediatas, pero simultáneamente en proyectos a largo plazo que permitan generar anclajes perdurables entre los actores sociales, las academias y el sector de Ciencia y Tecnología (CyT). Por otro lado, debe pensarse en utilizar desarrollos tecnológicos nacionales que tiendan a complejizar la matriz productiva para salir de una economía primarizada y concatenar a la ciencia en ese engranaje. ¿En qué áreas invertir? La industria nuclear, textil, automotriz, metalmecánica, satelital, producción de medicamentos, etc.; que ya tienen un grado de desarrollo maduro serán áreas a fortalecer. Las PyMES se constituyen como un engranaje clave, y necesitarán asistencia del sector de CyT para localizar cadenas de generación de valor y poder complejizar el entramado productivo. En este sentido hay instituciones del Estado que, a contramano de la política actual, deberán jugar un papel clave brindando asistencia técnica, como el INTI y el INTA. Frente a la apuesta fallida de desarrollar una burguesía nacional industrializadora, el Estado deberá jugar un rol esencial. Un desarrollo equilibrado e inclusivo requiere, ineludiblemente, de una agenda profundamente federal, que distribuya recursos materiales y humanos en todas las regiones, pero con mayor énfasis en aquellas regiones con menor nivel de desarrollo y/o postergadas. Finalmente, será fundamental conectar agendas y generar una sinergia entre las academias, el sistema CyT, los movimientos sociales y las políticas públicas, potenciar los espacios existentes y generar nuevos canales de articulación.

Política científica, científicx políticx.

La ciencia en su desarrollo tiene un carácter esencialmente político. No existe una ciencia objetiva, verdadera y éticamente neutra, pasible de ser usada mediante la tecnología para el bien o para el mal. La distribución de recursos determina qué orientaciones, qué temas y qué conocimientos se llevan a cabo, y esa definición de qué se investiga es esencialmente política, y no una consecuencia de la libertad de elección.

La comunidad del sistema de Ciencia, Tecnología y Universidad no está despolitizada, los resultados de las elecciones de directorio de CONICET de los últimos dos años son una muestra del rechazo del sector a las políticas actuales. Además, hay múltiples experiencias de científiques y tecnólogues que, ante la demanda social de soluciones a problemas específicos, se involucran en proyectos concretos, generando respuestas originales y competitivas.

Sin embrago, no alcanza con las experiencias individuales, nuestro país debería contar con políticas públicas de CyT basadas en la Soberanía Científica y Tecnológica, que estén enmarcadas en un proyecto nacional de desarrollo soberano, inclusivo y ambientalmente sustentable. Esto es: poner el conocimiento, los recursos y el complejo de CyT en proyectos liderados por el Estado destinados a resolver necesidades nacionales y regionales de carácter estratégico, social o económico. Su elaboración debería surgir de la articulación intersectorial, interdisciplinaria, y política de diversos actores. Por un lado, sectores productivos, trabajadores organizados, movimientos sociales y de la economía popular, pymes, empresas públicas y sectores del Estado. Por el otro, actores vinculados directamente con la producción de conocimientos, con la ejecución de las políticas de CyT y con la formación de recursos humanos. La ejecución de estas políticas debería ser coordinada por un Ministerio de Ciencia y Tecnología que cuente con los recursos adecuados. Aquí también se discutió en torno a la generación de proyectos inter-ministeriales transversales (como el actual Pampa Azul), cuya coordinación general debería quedar bajo la órbita de la Jefatura de Gabinete de Ministros. Para llevar adelante estas políticas se hace necesaria una formación de recursos humanos crítica, politizada, solidaria con las necesidades de nuestra sociedad y comprometida con la utilización del conocimiento en la resolución de problemas que nuestro país nos demanda.

Problemáticas de género en Ciencia y Universidad: ¿desde dónde venimos, dónde estamos y hacia dónde vamos?

Las universidades e instituciones científicas trasmiten genealogías masculinas, en ellas está naturalizado que el “saber-poder” lo ocupen los varones blancos, letrados, burgueses, heterosexuales. El que las mujeres sean corporalmente diferentes ha tenido consecuencias políticas y cognoscitivas, ejerciéndose frecuentemente pedagogías de la crueldad. Las condiciones de funcionamiento del sistema de ciencia y técnica, conllevan discriminación salarial y distintas formas de segregación horizontal y vertical que producen un techo de cristal, que no tiene que ver con el mérito, sino con las estructuras sociales y los efectos de la división sexual del trabajo. Las feministas han articulado la academia y la sociedad como una estrategia de subsistencia y construcción de espacios, poniendo en discusión la misoginia cotidiana y ejercitando una epistemología que subvierta el androcentrismo y haga explícita una pedagogía de la ternura.

Es necesario ensayar otras miradas posibles de nuestra historia para construir un Frente Federal Feminista con otra forma de mirarnos y pensar la ciencia y la universidad, que ponga en cuestionamiento el cientificismo y la meritocracia, sobre todo en el actual contexto. La agenda de género no hay que incluirla como un tema, sino que debe atravesar al programa futuro que se tenga como Frente. Proponemos líneas de trabajo que lo materialicen. Algunas vías propuestas son: discriminación positiva, que garantice la perspectiva de género; protocolos que modifiquen las relaciones al interior de las instituciones; escraches cuando las relaciones de poder son muy desiguales; mecanismos institucionales que garanticen el protagonismo de las mujeres (comité científico, comisiones de evaluación, etc.); espacios colectivos y redes como RUGE, FONIM, RAGCYT y La Colectiva del CENPAT, donde no se replique ni reproduzca el accionar machista y patriarcal. La sororidad y las articulaciones producidas desde el feminismo darán la clave para construir un Frente Federal Feminista e inclusivo.

Como cierre de este documento, el Frente Federal de Ciencia y Universidad (FFCyU) decide expresarse en torno a dos temas coyunturales puntuales:

En su asamblea del día Viernes 12 de Octubre, el FFCyU se manifestó en contra de los enfoques extractivistas y carentes de una visión integradora del desarrollo territorial soberano en la Meseta Central de Chubut. En este sentido las iniciativas legislativas para avanzar en una zonificación minera de la Provincia de Chubut no garantizan una visión holística del desarrollo que incluya el factor humano, una presencia estatal preponderante, controles ambientales sólidos y confiables, o la incorporación de conocimiento local a las cadenas de valor, aspectos sobre los cuales ningún sector se ha expedido. Por todo ello, el FFCyU declara su negativa a la megaminería en la Provincia de Chubut en las condiciones en que las iniciativas legislativas en danza lo están planteando.

Finalmente, y en virtud del discurso estigmatizante hacia el sector que deberían defender con orgullo, y por ejecutar a diario las políticas de ajuste sobre la ciencia argentina, el FFCyU exige la renuncia del Secretario de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Dr. Lino S. Barañao, y del Presidente del CONICET, Dr. Alejandro Ceccatto.

 

  • Sin federalismo no hay soberanía, sin feminismo no hay inclusión y sin inclusión no hay justicia social.

 

  • Por un Frente Federal de Ciencia y Universidad Feminista, Popular y Latinoamericano.

 

En Puerto Madryn, a los 12 días del mes de Octubre de 2018.

Una respuesta a “Manifiesto del III Encuentro Nacional de Ciencia y Universidad (Puerto Madryn, Chubut)

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